La inspiración me llega, curiosamente, en el yoga. Especialmente en shavasana, ese momento al final de la clase cuando el profesor apaga las luces y meditamos unos cinco minutos. En esa quietud profunda, me relajo tanto que viajo con la mente a mi lugar favorito del mundo. Un día, creo que estaba en Pushkar, India. Montun, el driver que andaba con nosotros como chicle, nos llevó a un rooftop escondido… y ahí me quedé, regresando mentalmente cada semana.
Era un día perfectamente anaranjado, con ese vainilla sky que pinta el atardecer en tonos suaves antes de volverse rojo. El sol bajaba poco a poco hasta desaparecer. Tomamos un té chai, ese que te sirven en vasito, como en los trenes donde gritaban “chai chai”. Ahí, en esa calma, mi meditación se vuelve naranja y mes traslado a ese momento. Es, sin duda, mi lugar favorito de India.
Otro instante mágico de ese viaje fue en Jaipur. Fui al cine y vi una película sobre D.S. Dhoni, el jugador de críquet. Me conmovió su historia: cuando tuvo éxito, cambió su transporte en tren por una motocicleta de mensajero, no perdió la humildad. Esa historia me recordó que uno puede soñar en grande, pero nunca debe perderse en el camino.
En mi camino actual, esta semana estuve en la UNIS. Estoy emocionada con dar clases a estudiantes de comunicación. Mi curso será sobre emprendedurismo: quiero enseñarles a ser empresarios independientes. Es un reto que me emociona. Aprender a ser financieramente independiente es más fácil cuando uno es joven, cuando no hay tanto miedo. Es como aprender a montar bicicleta: cuanto más chavito, menos estrés y más agilidad para alcanzar la destreza.
Antes de mi entrevista, me pidieron llenar un formulario con mis libros favoritos de negocios. Esa lista me salió fácil. Pero luego venía la parte de libros de cultura… y ahí me quedé en blanco. No me vino nada. Pasaron los días y entendí que El efecto Paiz, el nuevo libro de Don Carlos Paiz, es mi favorito. Habla de la cultura empresarial, de hacer negocios con sentido, de liderazgo con propósito y apoyo a la comunidad. Esa es la inspiración que me mueve a diario.
En la entrevista también me preguntaron por mis metas. Bueno… la de correr ya pasó a mejor vida, pero ahora tengo una nueva: hacer trekking y hiking en montaña. Hoy empecé el entrenamiento. Caminé 4.4 km con Cinthia, ¡y vamos con todo! Una vez que domine la distancia, le vamos a dar con más fe. También quiero aprender nuevas recetas. Ya hice costillas a la Coca-Cola y quedaron exquisitas. Poco a poco voy innovando más. Incluso ya aprendí a quebrar huevos con una sola mano (¡y sin cáscara!).
Cada día trae sus propios retos. Cada mañana es un nuevo amanecer que te sorprende y te invita a entretejer los logros de la semana. Lo mejor es dejarse llevar y crecer con las sorpresas que el buen Dios nos regala en el camino.
Nos seguimos leyendo y escuchando en nuestro encuentro mensual.
Los pensamientos se engordan, hay que verlos venir y decidir que hacer con ellos, en este mes he estado jugando ping pong y agarro unos para no dejarlos crecer. A veces esos pensamientos nos desorientan y nos hacen perder el tiempo. Cuando regresan a mi, salgo con mis tenis al parque de mi casa, escucho un podcast o me pongo a cocinar.
Ah, y noticia del mes: ¡ahora soy tiktoker! Estuve con unas emprendedoras en Asunción Mita y me pidieron que les enseñara de marketing. Así que, gracias a Glendy, cada semana les doy una lección.
Un abrazo especial a mi querida Clarita, que siempre está pendiente de mi actualización editorial.
See ya!
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